
TRAS OMEGA
… cómo después de acordado
da dolor…
MANRIQUE
Cuando el miedo se ha ido
y sólo queda el dolor, el final
de una carretera en el desierto.
Tus dioses te han abandonado.
Pastillas tranquilizantes,
la desorientación de estar vivo sin ti
y esa foto de las dos:
las chicas del verano,
las chicas de un verano que ardió
como una palma.
A LAS DOS, SERÁN LAS TRES
Un hombre en su cocina,
por la noche,
escribiendo un poema.
Duda si servirse un vaso
de leche
o de ginebra.
Duda en un adjetivo.
Bebe un poco de leche
–¿verdad que no esperabais
este giro
en un poema mío?–
y busca un adjetivo.
“A las dos, serán las tres”:
lo han dicho en la tele,
lo lleva repitiendo
la radio todo el día.
“A las dos, son las tres”: filosofía
pura, siglos
y siglos
de literatura, religiones, magia.
Todo era, en el fondo, tan sencillo…
Cuando el reloj del microondas
marcaba las 13:59,
el hombre en su cocina
estaba a un paso
de hallar
ese adjetivo.
Dos minutos más tarde,
eran más de las tres.
Y lo había olvidado.
MUDANZA
A José Luis Melero
Rodeados de cajas y de polvo,
con muebles que aún no han sido colocados
en su lugar correcto,
me has dicho que bajabas un momento a la calle.
Has vuelto al poco rato
con el calor de agosto
y un sencillo recipiente de madera
para dejar
los cepillos de dientes.
Es bonito este vaso de madera.
Y así, como un conjuro,
ese gesto tan solo ya ha servido
Leave a Reply